1. Ustedes son parientes
Hermanas, hermanos – primos o hermanos – tíos, tías, etc. Que seáis parientes no significa en absoluto que compartáis muchos de los mismos intereses y objetivos. Tampoco que os sintáis cómodos juntos o os riáis de los mismos memes en Internet.
Las investigaciones demuestran que incluso los hermanos que han crecido en la misma familia pueden ser muy diferentes psicológicamente entre sí. Y los mismos enfoques educativos funcionan de forma muy diferente para ellos.
Y qué decir de los parientes más lejanos.
Si una vez tu madre te emparejó con un primo y al principio todo fue bien y luego la amistad se fue desgastando, no tienes por qué continuar. No hay nada malo en interrumpir la comunicación o mantenerla al mínimo.
2. Lleváis siendo amigos toda la vida
O simplemente muchos años. Os conocisteis en primer curso o incluso en la guardería, no dejasteis de comunicaros en la universidad, estuvisteis en la boda del otro, os felicitasteis por el nacimiento de los hijos. Todo esto es maravilloso, pero a lo largo de la vida las personas cambian constantemente: sus intereses, objetivos, puntos de vista se vuelven diferentes.
E incluso amigos íntimos pueden tomar caminos completamente distintos. Y las contradicciones entre ellos en algún momento serán más que puntos de contacto. Quizá ésta sea una de las razones por las que a partir de los 25 años los adultos empiezan a perder amigos poco a poco.
Por un lado, es triste. Pero si ya no encuentras temas comunes de conversación con tu amigo y no quieres pasar tiempo juntos, tienes todo el derecho a reducir la comunicación a la nada. Romper una relación no borra los buenos momentos que pasasteis.
